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En 1974 comenzó la primera inversión de la familia Masaveu en el sector vitivinícola con Bodegas Murua, continuando así los pasos iniciados por su antepasado, Federico Masaveu Rivell, que ya poseía plantaciones de viñedos a mediados del siglo XIX en Castellar del Vallés, de donde es originaria la familia. Los vinos de Masaveu Bodegas son conocidos por ser un referente de calidad y un ejemplo de respeto a la tierra. Su elaboración a partir de viñedos propios y el empeño en transmitir en cada botella la personalidad de la tierra, conectan cada uno de los proyectos y marcas, repartidas por las principales denominaciones de origen del país: Murua (Rioja Alavesa), Fillaboa (Rías Baixas), Pagos de Araiz (Navarra), Bodegas Leda (Castilla y León) y Valverán (Asturias). La división vinícola participa además en Bodegas Aalto, de Ribera de Duero.

Obras de la Colección Masaveu relacionadas con la enología y la cultura del vino se encuentran en el interior de las bodegas, en donde el visitante puede admirar pinturas, esculturas y grabados relacionados con la cultura vitivinícola, así como mobiliario y otras piezas de arte. Ello supone un valor añadido para quien se anima a pasar por unas bodegas singulares donde esta mezcla de elementos configura una atmósfera única, difícil de describir.

Mientras en Murua el visitante degusta un tinto clásico contemplando un bodegón de Luis Meléndez, en Pagos de Araiz, sin duda la bodega más creativa y vanguardista, se puede admirar un Barceló en compañía de un artesonado mudéjar del siglo XV, de un Apostolado en piedra del siglo XVI o de unos magníficos relieves en madera de Pedro de la Cuadra, también del siglo XVI. Completa el repertorio artístico de las bodegas el pazo del siglo XIX totalmente rehabilitado que alberga la bodega de Fillaboa. Con su torre almenada que remata un extremo de la fachada, destaca la singular galería de arcos de la planta baja con el escudo labrado de armas de los Sarmiento y Sotomayor, propio de las construcciones señoriales de la época. Estos elementos arquitectónicos, junto a la capilla del pazo, hacen que Fillaboa no sólo sea un rincón mágico en Galicia donde se crea un espectacular albariño, sino también todo un símbolo del condado de Salvaterra do Miño, en Pontevedra.

Las actividades de enoturismo están muy presentes en las bodegas del grupo, sobre todo en época de vendimia. Hacer visitas guiadas por los viñedos, conocer el trabajo de los viticultores junto a los procesos de producción del vino y participar en catas son algunas experiencias muy recomendables dentro del inmenso abanico de actividades ofrecidas en estos parajes tan especiales que, sin duda, no dejarán indiferente al visitante que se anime a descubrirlos.